EXPLORAR POR DÉCADA: 1830 | 1840 | 1850 | 1860 | 1870 | 1880 | 1890 | 1900 | 1910 | 1920 | 1930 | 1940 | 1950 | 1960 | 1970 | 1980 | 1990

Bar de Cucurulo (1955)


Descripción: Bar Cucurulo.
Fecha: 1955.
Notas: De izquierda a derecha son: Gaggiotti, Miramón, A. Martínez, Juan Cucurulo, Delfino, Julio Benítez.
Ubicación: Lobos.
Crédito: Walter Velasco. Cortesía de Teresita de Velasco.

© Copyright El Álbum de Lobos. Para más información ver Términos y Condiciones de Uso.

6 Comentarios

AGREGÁ INFORMACIÓN A ESTA FOTO

Los comentarios son moderados por el administrador y pueden tardar en aparecer. Los mismos deberán estar relacionados a la fotografía, libre de spam y de agravios. Los comentarios que no cumplan con esas condiciones serán eliminados.

  1. El segundo de la izquierda es el "gordo" Perazzo de Empalme Lobos y el último de la derecha es Julito Benitez.

    ResponderEliminar
  2. que lindo ver recuerdo de mi familia en esta pagina, algún que nunca conocí físicamente, pero la gente que lo muestra tanto,con sus amedotas, y me lo describe como un gran tipo, mi abuelo juan jose cucurulo, hizo historia en lobos con su bar, y la recordada república de cucurulo. gracias x esta foto.
    juan jose cucurulo
    nieto de señor de blanco, el dueño del bar

    ResponderEliminar
  3. Recuerdo el bar de Juan, mi tio, cuando estaba en la calle BsAs casi Chacabuco, la registradora que a veces me dejaba usar, y su habilidad para hacer cucuruchos de papel y llenarmelos de bombones. siempre me hablaron muy bien de el, muy querido por quienes lo conocieron y mas aun por sus hermanos. la unica vez que vi llorar a mi viejo (Rogelio) el dia que se fue. guardo lejanos y gratos recuerdos. un gran tipo. Gustavo Cucurulo

    ResponderEliminar
  4. MITO Y LEYENDA DEL BAR DE CUCURULO
    Los que fueron sus parroquianos lo evocarán el sábado en una cena.

    “…Si es cierto que veinte años no es nada, más de una generación de lobenses, no tienen ni idea lo que fue el viejo Bar de Cucurulo. Lugar obligado en las décadas del 50 y del 60, brilló con todo su esplendor no sólo en su amplio reducto de la calle 9 de Julio sino en sus posteriores ubicaciones de Buenos Aires al Sur primero y al norte por último.
    Para recordarlo reproducimos un artículo que publicara LA PALABRA en su edición del 13 de mayo de 1982 donde, a manera de homenaje, en su primera parte sólo se nombra a los que ya habían partido para siempre. Hoy la triste lista se ha acrecentado. Pero los que quedan, que el sábado se reunirán en una cena a manera de evocación, seguramente tendrán para ello el mejor de los recuerdos.
    Aquel artículo decía así:
    No había un solo parroquiano que admitiera ser atendido por otra persona. Su ausencia momentánea provocaba en el cliente una sensación de frustración de la cual se salía a menudo participando de un complot que los habitués urdían a sus espaldas, pero que él, siempre terminaba por detectar con ese olfato de viejo conocedor de su clientela.
    Juan Cucurulo, heraldo salido de las huestes de la vieja confitería Las Familias, la de los Pigazzi, la de las masitas de los lunes a mitad de precio, llenó una época sin importar si fue en la 9, en Buenos Aires al norte o en Buenos Aires al sur.
    Dos grandes vidrieras; un salón rectangular con mesas casi siempre ocupadas. Su heladera con espejo al frente. Su perchero. Su máquina de café, enorme “porteña”, cuya limpieza él tomaba como excusa para parapetarse detrás de ella y desde allí observar, desconfiadamente, en qué “fato” andaban sus clientes.
    Viejo bar, que él pretendió llamar El Jardín, como un homenaje a esa catedral de la gastronomía que fue el hotel. Pero no pudo ser; para todos fue el Bar de Cucurulo; el bar de Juan o últimamente el inmortal “locómetro”…
    Viejo bar de la 9. Mudo testigo y protagonista a la vez de una época que a veces nos cuenta creer que haya existido.
    El Cinzano del mediodía, donde los tuercas explicaban por qué se rompía la cupé de Benjamín y después de almorzar, el café. El tema de escarceo variaba del laburo a la política. Tournet de la tarde. Bien empilchados, la parada mirando el paseo la copaban los laburantes de Paciente y Di Sarla. Los sacos “del Fortín” a veces repetidos, El Comander o el American Club entre los labios y las pibas que hacían suspirar.
    Viejo Bar de Cucurulo. Mil anécdotas. Mil recuerdos, como en él, nunca estuvieron tan juntos radicales y conservadores. Viejo bar que fue el refugio de “la contra” en el 55. Dicen que allí descubrieron a Ariel Delgado…
    En sus mesas alguna vez se vio a Aníbal Troilo sentado con “Conucho” y a José María Gatica con Pascual Luppia, cuando Ventura lo trajo a boxear y lo dejó “grogui” a cheques sin fondos…
    La estampa del doctor Díaz, del Rubio Di Santi y Mesa Virasoro. La asistencia perfecta de “Cacho” Conti o Machacato, Tito Sarracino, Herman Martínez, Luis Bergey, “Pichacho” y Rolando Cúccaro tal vez junto a Abraham Abdala escuchando un cuento de Vilela mientras “Charles” Moore comía sus bombones con café con leche, sólo para nombrar algunos de los que ya no están.
    Allí estuvo Alfredo Palacios con Miguel Abdala y Don Emilio Roland contorneando la mesa de los sarmientinos.
    Su vereda vio una mañana desplomarse a “Pichonera”, las provocaciones y los trompis de la revolución, la lustrada obligada; el globo contra el vigilante y las primeras rabonas.
    Después todo acabó. Pero por poco tiempo, nadie se hacía a la idea del punto final y vino lo otro, la república de Cucurulo, aquello de:
    Enclavado en un sucucho
    está el Bar de Cucurulo,
    donde ajeno al disimulo
    todo el mundo ríe mucho.
    Bar cortito como un pucho
    no alcanza ni a ser cantina
    y el que improvisto camina
    sólo entra si está loco.
    (sigue)...














    ResponderEliminar
  5. continuación...

    De esta manera “Coco” Pigazzi reflejó magistralmente en agosto de 1962, el panorama del nuevo Bar, minúsculo habitáculo de Buenos Aires al sur, pintado con estos versos:
    El sufrido parroquiano
    que tiene flojo algún perno,
    se congela allí en invierno
    y se derrite en verano,
    más todo resulta en vano
    pués Juan se nos brinda entero
    como experto cafetero
    resulta de su gremio un taita
    y está Carlitos Sustaita
    que la oficia de aguatero.
    En esta “Oda al Bar de Cucurulo y sus parroquianos”, tal como la titulara su autor, se nombra a todos los clientes habituales y se hace mención a algunas características personales que sirven de distintivos:
    Y el dominó tan vibrante
    Tiene en Abraham un perito
    y la risa de “Finito”
    se oye fuerte y taladrante.
    Para seguir en el verso 12 diciendo:
    Dardo con gesto señudo
    Apenas si da un resuello
    Tiene adornado el cuello
    con un pañuelo “Pachudo”.
    Miranda tampoco es mudo,
    Martinera el valuador,
    Angeleri el aviador
    “Tulio” Mazzeo el joyero
    y Marquez el “raviolero”
    la gozan de lo mejor.

    Y para terminar con esto:
    Digo al final, muy profundo
    con voz que no disimulo
    como el bar de Cucurulo
    no habrá jamás en el mundo.
    Y en el olimpo me hundo
    Para no inspirarme mal
    ¡Oh, “locómetro” inmortal
    te rindo mi pleitesía
    transformada en la poesía
    de este poema infernal.

    Viejo Bar de Cucurulo, algún
    día alguien escribirá tu historia.
    Esta es sólo una provocación…

    Este artículo fue publicado en el Semanario La Palabra – Lobos, Jueves 1º de Marzo de 1990 – pág. 10.

    ResponderEliminar
  6. El tiempo no pudo con la mística

    “…Pasados con holgura más de veinte años en que la tercera versión del Bar de Cucurulo dejara de ser centro de reunión de un puñado de gente muy especial, unas cuarenta y cinco personas se reunieron en una cena con el único motivo de evocar los momentos vividos en común y que hicieron época no sólo en la vida personal de cada uno, sino también en el acontecer ciudadano.
    El encuentro que se realizó en la Sociedad Italiana, tuvo como único orador a Herberto Pigazzi, quien a los fiambres – momentos antes de comenzar la cena – se dirigió a la concurrencia refiriéndose al acontecimiento destacando el caso al que se supone único o por lo menos nada común, de que un grupo de ex parroquianos y habitués de un bar se reunían con el sólo fin de reencontrar fisonomías y darle rienda suelta a los recuerdos y a la evocación de muchos momentos para ellos inolvidables.
    Luego de destacar la labor organizadora de Tulio Mazzeo sin la cual este reencuentro quizás no se hubiese realizado todavía, Pigazzi con su acostumbrada elocuencia, recordó que el Bar de Juan tuvo tres etapas: la primera en la calle Nueve, hasta 1955; la segunda en Bs.As. casi Necochea, y la tercera y última en Bs.As. al norte a pocos metros de Chacabuco.
    La cena no impidió la inmediata sucesión de anécdotas, recuerdos y evocaciones. Naturalmente casi todas risueñas y algunas deformadas por el paso del tiempo. Las mismas se fueron sucediendo hasta pasadas las cuatro de la madrugada, alternándose los parlamentos con la detenida observación de un rico material fotográfico donde quedaron plasmados distintos pasajes de Juan Cucurulo y su popular “Locómetro”.
    Pigazzi le entregó a Herberto Cucurulo, hijo mayor de Juan que estuvo en compañía de sus dos hermanos, un pequeño verso que dice así:
    Muchos hoy hemos venido;
    unos pocos, no vendrán,
    mientras otros que se han ido,
    aunque quieran…no podrán.
    Pero esta noche estarán,
    Junto a este grupo reunido,
    que evocará el tiempo ido
    que se los llevó con Juan.
    Los asistentes:
    Además de la grata presencia de Pascual Lupía que viajó especialmente desde Buenos Aires, estuvieron presentes Astur Martínez, Finito Ravettino, Hernán Pedano, Pierino y Pepino Giuliano, Alfredo Preti, Guillermo Mastropietro, Omar Blasco, Raúl Gianone, Roque y Carmelo Cinnadaio, Cuero Sala, Ignacio Chotró, Jorge Ortiz, Doer Miranda, Miguel Martirena, Tulio Mazzeo, Oscar Márquez, Tato Sala, Leonardo Di Santo, el Gallego Ferrari, José Villolita Sánchez, Coco Pigazzi, Pepe Novoa, Miguel Abdala, Toto Arata, Jorge González, Alberto Logarzo, Omar Ortiz, Maneco Castellanos, Raulito López, Rudy Yannarella, Miguel Lopresto, Pito Angeleri, Luisito Raschia, Asturcito Martínez, Belén Burgos, Saúl Thea y los tres hijos de Juan Cucurulo…”
    Este artículo fue publicado en el Semanario La Palabra- Lobos, Jueves 8 de Marzo de 1990 – pág.6.-

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

AGREGÁ INFORMACIÓN A ESTA FOTO

Los comentarios son moderados por el administrador y pueden tardar en aparecer. Los mismos deberán estar relacionados a la fotografía, libre de spam y de agravios. Los comentarios que no cumplan con esas condiciones serán eliminados.

Deja un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente